Es una cuestión que en los últimos años, sobre todo en los últimos meses, es objeto de un fuerte debate entre los que consideran que el vapeo puede ser una alternativa importante para disminuir los daños que el tabaco ocasiona y aquellos que afirman que el vapeo es lo mismo y que en ningún caso es una opción válida.
La Organización Mundial de la Salud acaba de publicar una guía, respondiendo a diversas preguntas sobre el uso de los cigarrillos electrónicos, también denominados Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina (SEAN). Esta guía, en mi opinión, no clarifica nítidamente el estado actual de la cuestión, pues si bien no deja lugar a dudas sobre los riesgos y aspectos negativos que los vapeadores tienen o pueden tener, no realiza una valoración comparativa de estos daños con los producidos por el tabaco, ni tampoco entra a valorar y cuantificar los componentes y tóxicos que contiene el tabaco y los líquidos para vapeo, más de 4.500 en los primeros y unas decenas en los segundos.
¿Qué aspectos sobre el vapeo describe la guía?
La guía describe pormenorizada y exhaustivamente los riesgos de estos dispositivos.
Así informa que los que llevan nicotina son adictivos; que contienen algunas sustancias tóxicas; que exponen a los no fumadores y espectadores a la nicotina y otros productos químicos nocivos; que si los usan los adolescentes tienen más probabilidades de usar cigarrillos y que en los jóvenes la exposición a nicotina puede tener efectos negativos duraderos al actuar sobre cerebros en desarrollo.
También se informa que aumentan el riesgo de enfermedades cardiacas y trastornos pulmonares o que el líquido de los SEAN puede producir quemaduras y causar envenenamiento por nicotina, rápidamente, si se ingiere o absorbe a través de la piel y que existe el riesgo de que los dispositivos tengan fugas o que los niños traguen el líquido e incluso que causen lesiones graves por incendios y explosiones.
¿Son los cigarrillos electrónicos más peligrosos que los cigarrillos normales?
Ante esta pregunta la respuesta de la guía es: “esto depende de una variedad de factores, incluida la cantidad de nicotina y otros tóxicos en los líquidos calentados, pero sabemos que los SEAN presentan riesgos claros para la salud y de ninguna manera son seguros”.
Es una respuesta inconcreta que puede confundir y resultar insuficiente para los fumadores que se planteen la posibilidad de utilizar el vapeo, ya que en ella no se dimensionan ni matizan los riesgos generados por estos dispositivos ni tampoco los posibles beneficios de su uso. Tal vez, como consta en la propia guía, porque “es demasiado pronto para proporcionar una respuesta clara sobre el impacto a largo plazo de usarlos o estar expuestos a ellos”.
En este sentido pone un poco de luz la rectificación del Ministerio de Sanidad, al admitir que no es lo mismo fumar que vapear o usar un dispositivo de calentamiento sin combustión, rectificación realizada tras la denuncia de los productores y distribuidores de cigarrillos electrónicos ante la Comisión de Control sobre la Publicidad Institucional del Gobierno de España, por el eslogan escogido para la campaña publicitaria de 2019 contra el tabaco: «Que no te engañen. El tabaco ata y te mata. En todas sus formas».
Lo que no deja lugar a dudas, con la amplísima información disponible, es que el tabaco es extraordinariamente perjudicial para la salud y es el enemigo real ante el que hay que poner todos los esfuerzos, máxime cuando existen alrededor de mil millones de personas fumadoras en el mundo y que su consumo genera más de ocho millones de muertes prematuras cada año, de ellos un millón se produce en fumadores pasivos.
Por ello, siendo imprescindible regular las alternativas al tabaco convencional, también es necesario hacer un esfuerzo para dar una información clara y veraz, con argumentos fundados en evidencias científicas, y si su uso es mucho menos dañino que el del tabaco, como sostiene la Agencia de Salud Pública de Reino Unido y muchos expertos y sociedades científicas, reconocerlo y utilizarlos, aunque sean las tabacaleras las que están promoviendo estos dispositivos, ya que transmitir que los vaporizadores y los cigarrillos electrónicos presentan riesgos claros para la salud y de ninguna manera son seguros, no es suficiente para poner orden en el debate, pues por encima de valoraciones e intereses personales o de grupo, lo importante es dejar de fumar y si no se puede disminuir los daños que el tabaco produce sobre la salud.
No pretendo aquí minimizar los riesgos de los vapeadores ni las importantes carencias existentes en la regulación que tienen estos productos. Parece evidente que, con la información existente en la actualidad, los cigarrillos electrónicos no son totalmente inocuos ni seguros, por lo que no debemos recomendarlos como si lo fueran, lo ideal es no usarlos, pero millones de personas en todo el mundo los están usando o se plantean hacerlo, por lo que es importante concretar si son útiles para dejar de fumar y si, en aquellos fumadores que no puedan o no deseen dejar de fumar, pueden ser una alternativa de menor riesgo que el consumo de tabaco.
GUÍA DE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD SOBRE E-CIGARETTES
Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia