En la actualidad existen alrededor de 1.300 millones de personas que fuman tabaco. Lo que causa que cada año mueran, en el mundo, más 8 millones de personas por las enfermedades derivadas de fumar tabaco. En la mayoría de los casos, los fumadores pueden decidir si fuman o no, pero hay millones de personas no fumadoras que respiran el humo ambiente del tabaco ajeno, de ellos casi 700 millones son niños. En estos fumadores pasivos, que inhalan ese humo de segunda mano, se producen las múltiples enfermedades que ocurren en los fumadores activos, muriendo anualmente aproximadamente 1.300.000 millones de personas. Se estima que 47.000 son menores de 5 años.
Además, cientos de miles, tal vez millones de niños, sufren ya, desde antes de nacer, la exposición a las más de 7.000 sustancias tóxicas que contiene el humo del tabaco, porque sus madres están expuestas al humo del tabaco durante el embarazo, unas como fumadoras pasivas y otras porque ellas mismas son fumadoras.
En España, según un estudio del Instituto de Salud Carlos III, fuma una de cada 5 embarazadas, sobre todo las más jóvenes y las que tienen un nivel educativo más bajo. Y, aunque algunas abandonan el consumo de tabaco cuando saben que están embarazadas, muchas, 2 de cada 3, continúan fumando, en más o menos cantidad, durante toda la gestación.
Al fumar, se producen múltiples efectos adversos y riesgos para la salud del feto, riesgos que, no hay que olvidar, también ocurren en los fetos de las madres que inhalan de forma pasiva el humo del tabaco de otros fumadores. Estos efectos adversos y riesgos son derivados del monóxido de carbono y de los múltiples tóxicos que contiene el humo producido en la combustión del tabaco. Entre ellos podemos destacar:
- Abortos espontáneos.
- Partos prematuros, lo que a su vez conlleva a una mayor posibilidad de que se presenten problemas de salud o incluso la muerte del recién nacido.
- Disminución del retraso del crecimiento fetal y bajo peso al nacer, con repercusiones significativas sobre la salud.
- Malformaciones congénitas, las más frecuentes son el labio o el paladar hendido.
- Síndrome de muerte súbita del lactante.
- Daños en desarrollo de los pulmones del feto, que son consecuencia de posteriores síntomas respiratorios crónicos como: tos habitual. Infecciones respiratorias. Exacerbación del asma y de la fibrosis quística.
- Daños en el desarrollo de cerebro durante la gestación, que pueden causar alteraciones en funciones cognitivas y conductuales durante la infancia y adolescencia.
- Otitis media.
- Así mismo es probable y existen fuertes indicios de que sea causa de diferentes tipos de linfomas, leucemias y tumores.
- Por otra parte, existen evidencias concluyentes de que el tabaco afecta a la salud reproductiva masculina y femenina. En los hombres, puede causar daños en los espermatozoides y contribuir a disfunción eréctil e impotencia. En las mujeres, mayor dificultad para quedar embarazadas.
En resumen: si deja de fumar o de inhalar humo del tabaco ajeno, su hijo recibirá más oxígeno durante el embarazo, crecerá más sano, tendrá menos problemas del desarrollo y menos riesgo de nacer prematuramente, de malformaciones o de muerte súbita y, si tampoco expone a su hijo al humo del tabaco después del nacimiento, también disminuirán los riesgos de tener enfermedades respiratorias, infecciones del oído y otras enfermedades derivadas del consumo pasivo de tabaco.
Quedar embarazada y esperar el nacimiento de un hijo es una oportunidad para planificar el abandono del tabaco y dejar de fumar. También el padre del bebé puede aprovechar esta misma situación, ya que es una manera de participar activamente en el nacimiento de su hijo, favoreciendo que a la madre le cueste menos abandonar el tabaco, aumentando además los lazos con su pareja en un proyecto conjunto para mejorar la salud de su familia.
Lo mejor es dejar de fumar antes de quedar embarazada, pero si ya está embarazada, lo conveniente es dejarlo inmediatamente que sepa de su embarazo. Así protegerá la salud de su hijo y la suya. Después del nacimiento no vuelva a fumar, aproveche y siga sin fumar. En cualquier caso, ningún miembro de la familia, ni amigos deben fumar en presencia de embarazadas ni de niños, ni tampoco en las habitaciones de la casa, ni en el coche, ni en lugares, aunque sean públicos, donde ellos puedan entrar. Debemos, todos, proteger la salud de los niños, no fumando nunca en su presencia y evitando normalizar el uso del tabaco, para disminuir también el riesgo de que en un futuro sean fumadores. Cuidémoslos desde antes de nacer, también alejándolos del tabaco.
Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia