Artículo publicado en el diario La Verdad de Murcia en febrero de 2018
Cada vez que se plantea una acción para limitar el consumo de tabaco, como alguna prohibición de fumar en lugares públicos, se reactiva el debate entre los que no aceptan más prohibiciones, defendiendo el derecho de los fumadores a fumar donde les apetezca y aquellos que consideran prioritario el derecho de los no fumadores a no inhalar el humo del tabaco ajeno. En nuestra región, el último detonante en este sentido, está siendo la propuesta de la Consejería de Salud de favorecer playas “libres de humo”. Esto nos lleva a hacernos la pregunta ¿Hasta dónde tiene que llegar la prohibición de fumar en lugares públicos?.
Por sus implicaciones económicas e incluso ideológicas en defensa de la LIBERTAD, es necesario recordar que fumar es el primer problema de salud pública fácilmente prevenible. Son conocidas las múltiples enfermedades y repercusiones causadas por el tabaco sobre la salud de los fumadores, tanto activos como pasivos. Aproximadamente 7 millones de ellos mueren cada añoen el mundo, 206 al día en España y alrededor de 2700 anuales en la Región de Murcia. Todo esto sin olvidar la contaminación, las catástrofes medioambientales causadas por las colillas, los más de 700 millones de niños expuestos al humo del tabaco o los más de 15.000 millones de euros de pérdidas anuales que fumar ocasiona en España.
A pesar de ello, cientos de jóvenes se incorporan diariamente al hábito de fumar.
Disminuir el consumo de tabaco y sus efectos sobre los no fumadores, reforzando el cumplimiento de las leyes existentes y aumentando los espacios libres de humo al aire libre (estadios de fútbol, playas, parques y jardines) son acciones de importante trascendencia y de eficacia probada. California ha conseguido, tras más de 40 años de programas contra el tabaquismo, reducir su consumo al 9,3%, casi la mitad de la media de fumadores en USA (17,8%). En Nueva York está prohibido fumar en todos los parques y playas de la ciudad, y cada día son más los países y ciudades que se suman a la lucha contra el tabaco, no permitiendo fumar en lugares públicos como la fiesta de la cerveza en Baviera, campos de fútbol ingleses, País Vasco, Ajax, Barcelona, Bayer, etc.
En Murcia existe un 28% de fumadores, la tasa más alta de España junto a Extremadura, lo que significa que tenemos mucha capacidad de mejora.
La educación en edades muy precoces es la mejor herramienta para erradicar la conducta de fumar, pero si deseamos ser verdaderamente eficaces y facilitar que muchos la abandonen, o fumen menos, no solo hay que limitar el poder fumar en lugares públicos, también hay que actuar a otros muchos niveles, así:
- Fortaleciendo la ejemplaridad de los padres, profesorado y profesionales de la salud.
- Aumentar la oferta de tratamiento. Imprescindible para elevar la eficacia de los que quieren dejar de fumar.
- Implantar el etiquetado genérico neutro de los paquetes de tabaco, de forma que disminuya su atractivo y la imagen de marca.
- Aumentar los impuestos al tabaco. Somos el tercer país de Europa más barato para fumar.
- Prohibir la venta de derivados del tabaco mentolados y otros sabores.
- Elevar a 21 años la edad mínima para comprar productos derivados del tabaco.
- No fumar conduciendo ni en el coche.
Prohibir no es la mejor opción, lo ideal sería la corresponsabilidad de toda la población, pero la realidad se impone, algunos fuman incluso delante de niños y de sus hijos, tanto en donde está prohibido, como en su coche y en casa.
Aunque nadie suele fumar en lugares públicos como grandes superficies y aeropuertos, allí donde se “tolera y permite”, se sigue fumando (bares, hospitales, lugares de trabajo y zonas infantiles); pero ante cualquier propuesta de las autoridades para disminuir los espacios públicos donde se fuma, la industria tabaquera y algunos sectores sociales, realizan importantes campañas para generar un estado de opinión que se oponga a estas medidas, ya sea motivándolo como un ataque a la libertad individual o difundiendo estudios falsos, opuestos a los miles de trabajos y estudios científicos que a lo largo de decenas de años demuestran los graves perjuicios del consumo de tabaco y de la inhalación de su humo por los no fumadores. La resistencia de las tabacaleras y de muchos fumadores no se fundamenta ni en los beneficios para la salud, ni en los derechos de los no fumadores, ni tampoco en la solidaridad y el civismo, solo defienden sus propios intereses, unos el beneficio económico y otros su comodidad.
No se pretende restringir el derecho a fumar, sino que se está defendiendo el derecho a un aire limpio, a no enfermar por el humo de otros, a que los niños puedan tener un mundo mejor, más limpio y sin adicciones. Libertad individual por supuesto, pero no a consta del derecho, la salud y bienestar de otros.
Son necesarios líderes de opinión y sobre todo líderes políticos, dispuestos a aplicar políticas restrictivas en espacios compartidos para disminuir las consecuencias de inhalar el humo de otros y que acometan tareas en defensa del interés de muchos, incluidos los fumadores, no en contra de estos sino a favor de la salud y el derecho de todos.
Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia