Simplificando el lenguaje científico de los criterios diagnósticos, se puede decir qué cuando una persona consume una droga, por ese motivo tiene problemas o repercusiones negativas en su vida, y cuando deseando dejar de consumir o controlar la dosis consumida no lo consigue (aunque ocasionalmente pueda controlar), en ese momento es cuando podemos decir que tiene una dependencia o adicción, que puede ser de grado leve, moderado o grave.
¿Cuándo se es dependiente?
Según los criterios de DEPENDENCIA de la Clasificación Internacional de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Se trata de un conjunto de manifestaciones comportamentales, cognoscitivas y fisiológicas, en el cual el consumo de una droga, o de un tipo de ellas, adquiere la máxima prioridad para el individuo, mayor incluso que cualquier otro tipo de comportamiento de los que en el pasado tuvieron el valor más alto.
El diagnóstico de dependencia, sólo debe hacerse si durante, en algún momento en los doce meses previos o de un modo continuo, han estado presentes tres o más de los rasgos siguientes:
- Deseo intenso o vivencia de una compulsión a consumir una sustancia.
- Disminución de la capacidad para controlar el consumo de una sustancia o alcohol, unas veces para controlar el comienzo del consumo y otras para poder terminarlo o para controlar la cantidad consumida.
- Síntomas somáticos de un síndrome de abstinencia cuando el consumo de la sustancia se reduzca o cese; cuando se confirme por el síndrome de abstinencia característico de la sustancia; o por el consumo de la misma sustancia (o de otra muy próxima) con la intención de aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.
- Tolerancia, de tal manera que se requiere un aumento progresivo de la dosis de la sustancia para conseguir los mismos efectos que originalmente producían dosis más bajas.
- Abandono progresivo de otras fuentes de placer o diversiones, a causa del consumo de la sustancia, aumento del tiempo necesario para obtener o ingerir la sustancia o para recuperarse de sus efectos.
- Persistencia en el consumo de la sustancia a pesar de sus evidentes consecuencias perjudiciales: como daños hepáticos por consumo excesivo de alcohol, estados de ánimo depresivos consecutivos a períodos de consumo elevado de una sustancia o deterioro cognitivo secundario al consumo de la sustancia.