Al ser la adicción a drogas una enfermedad crónica, recidivante, que frecuentemente coexiste con otras enfermedades mentales o con trastornos de personalidad, hay que asumir que, salvo excepciones, es una patología compleja de tratar, porque hay que actuar a la vez sobre las dos enfermedades, es decir sobre la adicción y sobre la enfermedad mental.
Para que el tratamiento de las adicciones sea eficaz este debe prolongarse en el tiempo, si bien no existe un criterio único que indique cuantos meses o cuantas consultas son necesarias, mientras a algunos pacientes, los menos, les basta con un tratamiento breve de 3 a 6 meses, otros, lo más habitual, precisan periodos más largos de tratamiento para obtener unos resultados eficaces, en función de la gravedad o severidad de la adicción, de la patología asociada y de las capacidades personales para afrontar las diferentes etapas del tratamiento. Frecuentemente, abandonar el consumo de forma prolongada o completa suele ser un proceso largo pues la existencia de recaídas es habitual y ello suele obligar a ciclos repetidos de tratamiento, como sucede con otras enfermedades crónicas en las que reiniciar o ajustar un tratamiento es la norma y es asumido de manera natural.
Si no tenemos en consideración estos principios y no se asumen las características de esta enfermedad, muchos pacientes y familiares que desean que todo sea fácil, o al menos breve, pueden caer en el desánimo o en la desesperanza.
¿Se puede curar la adicción?
Esta pregunta es muy habitual. La respuesta es que se puede dejar de consumir o en el caso de una adicción comportamental abandonar la conducta adictiva, pero la enfermedad como tal no desaparece: si se vuelve a consumir o a reanudar las conductas que existían durante el consumo activo se producirá una recaída, al igual que en otras enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión o el asma, enfermedades en las que hay, por diferentes motivos, periodos de estabilidad y otros recurrentes de descontrol, como se puede observar en la imagen siguiente, en la que están reflejados los porcentajes de recaída de enfermedades como la hipertensión o el asma, en comparación con los trastornos por consumo de drogas.
En la enfermedad adictiva pueden existir, y de hecho existen, recaídas que no se deben considerar un fracaso sino una opción para reorganizar el tratamiento, mejorar y alcanzar el abandono definitivo del consumo y recuperar el control de su vida.
En este sentido, el porcentaje global de pacientes que alcanzan la abstinencia mantenida es de aproximadamente el 50%, si bien existen evidencias de una relación positiva entre la intensidad de la intervención y la tasa de abstinencia obtenida, por eso en aquellos que realizan un tratamiento reglado y suficientemente prolongado, asumiendo las restricciones y modificaciones de sus hábitos de vida, se alcanzan cifras de abandono del consumo de aproximadamente el 70 al 80% y en grupos seleccionados incluso mayores.
¿En qué consiste el tratamiento de las adicciones?
No hay un tratamiento único ni una estrategia consensuada que sea óptima para todos los pacientes. El tratamiento debe adecuarse al tipo de droga consumida, a las circunstancias personales, así como a las necesidades y deseos específicos de cada paciente. El objetivo fundamental es detener el consumo, evitar la recaída y conseguir alcanzar una vida normalizada. El tratamiento, de forma general, consta de dos fases fundamentales:
Desintoxicación
Es la primera fase del tratamiento de las adicciones. No hay que entenderla como un tratamiento definitivo sino como el periodo durante el cual se abandona el consumo o la conducta adictiva. Varía sensiblemente de unas drogas a otras y suele tener una duración de entre 7 y 30 días, según la sustancia. En ella, mediante el tratamiento farmacológico adecuado, se pretende evitar o al menos disminuir la aparición del síndrome de abstinencia, facilitando que el paciente sea capaz de liberarse de la necesidad física de consumir, mejorando así su estado físico y emocional y de esta manera poder comenzar el proceso de deshabituación con mayor garantía de éxito.
Deshabituación
Es un proceso complejo, dinámico y progresivo. En esta fase del tratamiento de las adicciones se debe tratar la patología dual si la hubiera y se complementará con la medicación de soporte que sea necesaria y también si se puede con terapia familiar, realizando los cambios cognitivos y conductuales necesarios para conseguir alcanzar finalmente la reinserción social, sabiendo que el proceso puede verse alterado por múltiples circunstancias, en particular por recaídas consecuencia de la ambivalencia del adicto entre consumir o no consumir, así como de la dificultad de afrontar algunas situaciones desencadenantes del consumo. Las recaídas conducen en ocasiones a retrocesos, pero el manejo adecuado de ellas facilita que el paciente se aleje cada vez más de la posibilidad de consumir.
Esta etapa de deshabituación debe ser evaluada constantemente y se puede realizar individualmente o en terapias de grupo, siendo necesario a veces combinarlas o cambiar entre ellas, en función de la evolución del tratamiento y de las necesidades de la persona. Ambas pueden ser útiles, con ventajas e inconvenientes tanto una como la otra.
Mientras las terapias de grupo permiten compartir las experiencias propias con otras personas que tienen un problema semejante, la terapia individual tiene las ventajas de la privacidad, no compartiendo con otros pacientes los aspectos más íntimos de su vida. Por otra parte, los grupos permiten a muchos pacientes sentirse comprendidos y aceptados, pero en los grupos, habitualmente muy heterogéneos, se encuentran pacientes en estadios muy diferentes de evolución de su adicción, pudiendo algunos dificultar mucho la progresión de los que se encuentren en una fase avanzada de abandono del consumo. En la terapia individual el tratamiento se estructura en un plan totalmente personalizado en el cual se abordan las necesidades y los problemas a la velocidad que el paciente necesita, sin las interferencias de otros, focalizando todo en él mismo y en su realidad familiar, social y laboral.
Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia