Independientemente de cuales sean las causas que conducen a nuestros jóvenes a probar una droga: oferta, publicidad, accesibilidad, permisividad o “presión de grupo”, el consumo se mantiene en niveles muy elevados. Previamente a realizar un consumo, este será atractivo y sugerente, incluso “necesario” para divertirse o para olvidar y soportar los problemas, pero unas horas más tarde, al día siguiente la realidad frecuentemente es otra: malestar, falta de control, discusiones familiares, accidentes, multas, absentismo laboral, sensación de culpa, depresión, gastos elevados, actividades sexuales de riesgo y un largo etcétera, pero habitualmente cuando esto ocurre se minimiza el consumo pensando “todos consumen”, muchos bastante más que uno mismo, “soy joven”, “ya lo dejaré”, “yo controlo”. Al final con estos alegatos o excusas se sigue manteniendo el consumo.
Las enfermedades y discapacidades ocasionadas por el consumo de drogas, se han duplicado desde 2001. En concreto, el tabaco causa una elevadísima mortalidad: cada día 206 fumadores mueren anticipadamente en España, 5 en Murcia, por enfermedades derivadas del tabaquismo: cánceres, EPOC y enfermedades cardiovasculares entre otras y ello sin hacer referencia a las enfermedades que se producen en niños y los no consumidores por el humo ambiente del tabaco, más de 1400 fallecidos al año por esta causa. El alcohol es la sustancia de todas las consumidas que más daños propios y ajenos produce, siendo responsable de múltiples episodios de violencia doméstica y sexual, de un tercio de los accidentes laborales y de tráfico o de más de 70 enfermedades psiquiátricas y orgánicas (cirrosis, pancreatitis, etc.), produciendo entre 20.000 y 25.000 muertes anuales. El cannabis por su parte ocasiona pérdida de memoria, atención y concentración, que a su vez es causa de fracaso escolar y automarginación. Así como de episodios de psicosis o depresión y en general menosprecio del riesgo de consumo de otras drogas y policonsumo. La cocaína, droga altamente adictiva y compulsiva en su consumo, causa, entre otras muchas repercusiones, trastornos psicóticos, depresión, irritabilidad, insomnio, impotencia y ocasionalmente e independiente de la dosis, infartos, arritmias, accidentes cerebro vasculares, convulsiones o muertes súbitas.
A pesar de estos efectos, los datos sobre el consumo de drogas por escolares de 14 a 18 años en la Región de Murcia obtenidos en la Encuesta de 2014-2015, muestran un aumento del consumo de tabaco, cannabis y cocaína. Un 69,8% de los estudiantes de Murcia beben de forma habitual (más del 50% de los que solo tienen 14 años), emborrachándose habitualmente alrededor de un 20%. Un 24,3% de nuestros escolares de enseñanzas medias fuman tabaco y al menos un 25% han probado el cannabis, habiendo un aumento de más de 5 puntos de su consumo en el mes previo a la encuesta con respecto a 2012. La cocaína también ha aumentado de forma significativa, habiéndose duplicado en 2 años los estudiantes que refieren haberla consumido. Y todo esto ocurre en un momento de alto riesgo: cuando el desarrollo del cerebro está incompleto y es más vulnerable.
Pero más allá de si las cifras de consumo aumentan o disminuyen, lo más significativo es que el consumo de drogas está establecido como algo normal en nuestro entorno y por lo tanto entre nuestros jóvenes.
Es verdad que no todo el que consume una droga tiene problemas, pero también es verdad que algunas sustancias es mejor no probarlas porque su riesgo es excesivo. Otras, pueden tardar meses o años en presentar sus secuelas, pero hay que saber que aproximadamente un 8-10% de los bebedores, un 25-30% de los consumidores de cannabis y un 50-60% de los fumadores terminaran “esclavizados” por su uso.
Para triunfar en la vida las drogas no son nunca el camino, con ellas nunca se sabe lo que va a ocurrir, nunca se puede estar seguro. Cada uno decide si merece la pena jugar a esta ruleta. Cada uno es dueño de sus decisiones, pero por 5 minutos, por una noche, por una fiesta, por unas risas, el día después puede ser muy duro.
Conocer los riesgos de las drogas permite a muchos anticipar y evitar su consumo, pero para otros muchos esta información o el miedo a los problemas no será suficiente para disuadirlos de probarlas y tampoco, cuando ya tengan problemas, para abandonarlas. Es la capacidad de razonar y de “visualizar” el futuro que deseamos lo que nos permite aceptar la pérdida de gratificaciones y realizar los cambios y esfuerzos para conseguirlo.
Vivir sin drogas es posible, no siempre es fácil, pero es lo mejor que uno mismo puede hacer por su salud y para alcanzar el éxito en la vida.
(Artículo publicado en La Verdad de Murcia el día 21 de febrero de 2016)
Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna