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Drogas y sexualidad: una mala combinación

Buscar sustancias afrodisiacas para mejorar las capacidades sexuales es un deseo de los seres humanos desde hace mucho tiempo, a pesar de no ser seguras ni fiables y en su casi totalidad absolutamente ineficaces. En la búsqueda de mejorar la actividad sexual, las drogas han adquirido un papel desmedido, siendo utilizadas como euforizantes y desinhibidoras o como estimulantes para aumentar el deseo, también con la intención de aumentar la potencia de la erección y el orgasmo, la duración del encuentro sexual o para disminuir la eyaculación precoz.

Aunque siempre existen excepciones de personas en las que el consumo de drogas no actúan en ellos de forma negativa y les facilita una relación sexual placentera, al menos en los primeros consumos o cuando estos son ocasionales, la realidad, avalada por múltiples informes científicos, es que las drogas son altamente perjudiciales para las relaciones sexuales y en particular para una buena respuesta sexual, disminuyendo la libido -el deseo-, la potencia sexual (el porcentaje de varones con disfunción eréctil es significativamente mayor en los consumidores de drogas que en los no consumidores), la excitación y la lubricación están disminuidas y el orgasmo es más difícil de alcanzar, sobre todo en las mujeres en las que la anorgasmia es muy frecuente con el consumo. Por otra parte, en los adictos, su interés no se centra en el sexo sino en disponer de dinero para conseguir droga, jugar en consolas, hablar por hablar, aislarse para que nadie los vea, ver porno, o dormir.

Además, existe el riesgo importante de que el consumo pueda producir trastornos neuroquímicos, hormonales y vasculares que alteren de forma definitiva y permanente la actividad sexual. También es frecuente que la disfunción eréctil se mantenga tras abandonar el uso de sustancias, pues los episodios de impotencia, ocurridos durante el periodo de consumo, se viven como un fracaso y conducen a un condicionamiento psíquico que lleva a ansiedad, miedo e inseguridad ante nuevos encuentros sexuales.

las drogas afectan a la sexualidad

¿Cómo afecta cada una de estas sustancias a nuestra sexualidad?

Alcohol

Es una sustancia que con un consumo moderado frecuentemente aumenta el deseo sexual, por su acción desinhibidora, euforizante y favorecedora de las relaciones interpersonales, pero en dosis moderadas, ya desde 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre, dificulta y retrasa el orgasmo y también favorece la impotencia. Impotencia que es habitual en los bebedores crónicos al disminuir la producción de las hormonas sexuales masculinas (testosterona) y aumentar las femeninas (estrógenos).
También el alcohol es el responsable de generar crisis de celos, agresividad, sobre todo en el entorno familiar y episodios de violencia de género, todo lo cual repercute negativamente sobre la sexualidad.

Hachís

En consumidores de dosis elevadas y sobre todo en consumidores de larga duración, puede producir alteraciones en la respuesta sexual, de forma parecida al alcohol, tanto en el hombre como en la mujer, pues puede inhibir la secreción de hormonas sexuales y disminuir el deseo sexual, la potencia y la lubricación vaginal.

Cocaína

Probablemente es la droga que más mitos y fantasías genera como afrodisiaco y activador de la sexualidad, habiendo incluso generado leyendas urbanas por sus pretendidos efectos favorecedores de la potencia sexual. Pero la realidad es muy diferente, ya que lejos de facilitarla, al ser un anestésico local que produce vasoconstricción, reduce el riesgo sanguíneo en la zona genital y conduce a disfunción eréctil en más del 60% de los consumidores y también anorgasmia, e incluso si se usa localmente disminuye la excitación y puede producir ulceraciones muy dolorosas.

Es cierto que algunos consumidores, sobre todo ocasionales, la asocian a aumento del deseo y de la potencia, pero la mayoría refieren que, tras un periodo inicial, el consumo de cocaína rápidamente se asocia a incapacidad para tener una erección y con cierta frecuencia a masturbación y pornografía.

Por otra parte, en varones, existe una importante relación entre consumir cocaína y acudir a pub de alterne o prostíbulos, lo que habitualmente conduce a problemas en la pareja y riesgo de enfermedades de transmisión sexual, y en mujeres no es raro que el consumo de esta droga y también de heroína les conduzca a mantener relaciones sexuales que no tendrían sin consumir, fundamentalmente para conseguir disponer de dosis de droga gratis, llegando a veces a prostituirse para poder disponer del dinero necesario para costear su adicción.

Heroína

Es probablemente la droga que más rápidamente altera la sexualidad del consumidor, inicialmente retrasando la capacidad para alcanzar el orgasmo o produciendo anorgasmia y posteriormente conduciéndolo a la apatía sexual y abstinencia prácticamente completa.

Tabaco

La nicotina actúa sobre el sistema circulatorio del pene, afectando a los flujos sanguíneos, por vasoconstricción arterial y vasodilatación venosa, disminuyendo así, de forma lenta pero progresiva, la capacidad de mantener la erección, produciendo imponencia a edades relativamente tempranas, el doble de frecuente en varones de 30 a 40 años, en relación con los no fumadores. En mujeres produce alteraciones de la lubricación vaginal.

El tabaco también afecta a la sexualidad porque como consecuencia de mal aliento, pueden disminuir el deseo y la frecuencia de los encuentros sexuales.

Tranquilizantes, ansiolíticos e hipnóticos

Pueden producir disminución de la libido y diferentes grados de impotencia, al bloquear las fases iniciales de la respuesta sexual. Por otra parte, en dosis elevadas y o mezcladas con alcohol son utilizadas para producir un estado de semiinconsciencia, con amnesia retrógrada, que facilita la sumisión química y favorece el asalto sexual y violaciones al no ser las víctimas capaces de oponerse.

Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia

Drogadicciones, drogas, Sustancias

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