La aparición en las últimas semanas, en EEUU, de varias muertes y los aproximadamente 450 casos de personas que sufren problemas pulmonares graves derivados de la utilización de cigarrillos electrónicos está generando un estado de alarma que considero necesario analizar y matizar.
Las autoridades sanitarias en Estados Unidos no conocen todavía con exactitud las causas reales de estas enfermedades. El Centro de Control de las Enfermedades (CDC) en colaboración con la agencia del medicamento (FDA) de Estados Unidos están realizando investigaciones para saber la causa o causas de estas enfermedades pulmonares. En el momento actual consideran que podría deberse a un compuesto químico contaminado o tal vez, aditivos añadidos a líquidos con un derivado de la marihuana o tal vez recargas compradas en la calle, sin controles adecuados.
Estas noticias pueden generar preocupación y dudas por el uso de los cigarrillos electrónicos y vapeadores, que aumentan ante la gran controversia científica e incluso ideológica existente entre los partidarios de las políticas de reducción de daños que consideran a estos dispositivos como una opción viable de reducción de daños y aquellos otros que los asemejan y asimilan al tabaco y solamente consideran adecuada una política de abandono total o a lo sumo, tratamiento con parches de nicotina.
Aun cuando es cierto que los cigarrillos electrónicos y vapeadores no son absolutamente inocuos y son necesarios estudios concluyentes para conocer en profundidad los riesgos a largo plazo, ya que contienen ingredientes y compuestos que pueden alterar la salud al alterar el endotelio pulmonar y por ello ser peligrosos de diferente manera para la salud y la función respiratoria de los que los utilizan, y si el uso estos dispositivos es con líquidos que contienen nicotina, esta produce los efectos fisiológicos y adictivos similares a la que tiene el tabaco por combustión. También es cierto, que estos “cigarrillos” se están utilizando desde hace años sin que hasta ahora se hubiera producido ningún episodio con características epidemiológicas de problemas de salud que se parezca al actual.
Así mismo, a día de hoy no hay ninguna evidencia científica de que el aerosol emitido por estos productos constituya, a nivel epidemiológico, un riesgo grave para la salud, y a la vez existen estudios rigurosos que demuestran que muchos fumadores han abandonado la adicción al tabaco utilizando cigarrillos electrónicos, aunque sea necesario una mayor investigación y más estudios científicos con el fin de conocer con precisión la eficacia, en valores absolutos y relativos, del uso de cigarrillos electrónicos y vapeadores tanto para abandonar el consumo del tabaco, como para disminuir los daños producidos por este, así como para saber si su uso por muchos jóvenes puede ser la puerta de entrada para después seguir fumando.
Pero lo que en la actualidad no admite discusión alguna es que están fracasando las políticas para disminuir el consumo de tabaco: en la última encuesta, Edades, realizada a españoles de 15 a 64 años, publicada hace unos meses, el 34% fuma tabaco diariamente (3,6 puntos porcentuales más que en 2011). Y está demostrado con múltiples estudios científicos que el tabaco contiene más de 4500 compuestos y sustancias, de las que más de 60 de ellas son cancerígenos de primer orden, siendo su uso responsable de aproximadamente 8 millones de muertes prematuras en fumadores cada año en el mundo, sobre todo por enfermedades vasculares, respiratorias y tumores malignos.
Por ello, es necesario seguir insistiendo una y otra vez que lo mejor para la salud es no fumar. Para conseguirlo hay que hacer cumplir la ley antitabaco e invertir tiempo, esfuerzo y dinero en políticas de prevención y asistencia, así como en campañas continuas para aplicar las medidas de eficacia ya contratada en la lucha contra el tabaquismo, ya que todo eso será lo que nos permita acercarnos a los niveles de consumo de los países de nuestro entorno como Dinamarca, Holanda y Reino Unido que tienen tasas de tabaquismo del 16% o de Suecia (5%).
No abogo por una liberación incontrolada de los dispositivos electrónicos de vapeo, ya que se debe impedir que se vendan a menores, se debe informar de sus riesgos y se deben controlar adecuadamente la calidad de los dispositivos y de los productos de los líquidos para ellos, además de impedir que se utilicen en espacios públicos, etc., pero la realidad es que el consumo de tabaco sigue creciendo en nuestro país y que son necesarias políticas activas y decididas para disminuir su consumo, pero sin desdeñar nuevas estrategias de reducción de daño para aquellos que no puedan o no quieran abandonar el uso de nicotina o de cigarrillos electrónicos.
Equiparar sus riesgos a los del tabaco y no actuar de forma activa y decidida contra el enemigo real, que en este momento es el tabaco, va a permitir en la práctica que miles, millones de personas mueran por fumar tabaco.
Para mayor información ver en el Blog: Cigarrillos Electrónicos vs Tabaco: Papel de las alternativas emergentes
Artículo publicado en el periódico EL PAÍS el día 7 de Septiembre de 2019. Puede leer el artículo completo en el siguiente enlace.
Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia