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Los cigarrillos electrónicos NO tienen los mismos riesgos que el tabaco

El tabaquismo es el mayor problema de salud pública que se puede prevenir. Las políticas preventivas y de cesación utilizadas no han sido suficientes para disminuir su prevalencia.

Ha sido a partir del uso progresivo de los productos de reducción de daños (vapers, tabaco sin combustión, snus y pouches), cuando, en algunos países, se ha reducido de forma significativa el número de fumadores. Ofrecer al elevado porcentaje de fumadores, que no podían o no querían dejar de fumar, algo diferente y de menor riesgo para su salud, ha sido determinante para ello.

Por eso, llama la atención que en España se vaya a legislar para regular estos productos de manera que se anularán la mayoría de las virtudes que tienen. Sobre todo, cuando la justificación para hacerlo es que no son completamente inocuos, que contienen sustancias toxicas nocivas para la salud o que son utilizados por los jóvenes, aun cuando estas alternativas sin humo tienen entre un 95 y un 99% menos de sustancias tóxicas que el humo del tabaco, y están demostrando su eficacia, en aquellos países avanzados que permiten y promocionan su uso, como Suecia, Reino Unido, Nueva Zelanda o Japón entre otros.

En el borrador de Real Decreto que regulará en España a los cigarrillos electrónicos y otros productos de bajo riesgo, destaca: la intención de prohibir todos los sabores excepto el de tabaco en todos los líquidos y dispositivos; la equiparación de los líquidos sin nicotina a los líquidos con nicotina; el aumento de los impuestos; reducir el volumen de los líquidos de recarga, que sólo podrán comercializarse en formato de 10ml; y el límite de 0.99 mg de nicotina por pouch.

Estas medidas atacan los aspectos más importantes de estos productos de daño reducido y parecen, más bien, aunque no se pretenda, destinadas a favorecer que se mantenga el uso del tabaco de combustión.

  • Legislar para que los vapeadores no contengan ingredientes aromatizantes o saborizantes, salvo aquellos con sabor a tabaco, además de ser un sinsentido (pues se mantiene el sabor que se quiere abandonar), impedirá que muchos fumadores se planteen dejar de fumar, otros recaerán y muchos jóvenes volverán a iniciarse en el consumo de tabaco. Esto se debe a que los aromas y sabores son determinantes para que los fumadores dejen de fumar, y los líquidos con sabor a tabaco solo son utilizados por una minoría de los usuarios, siendo los sabores, sobre todo a frutas, los más utilizados y los que confieren a estas alternativas una de sus mayores virtudes y atractivo para desplazar al tabaco, al encontrar en ellos los placeres alternativos de bajo riesgo, que realmente les ayuda a abandonarlo. Además, impedir los sabores favorecerá el comercio ilegal, con sus peligros y riesgos por falta de controles de calidad.
  • Obligar a que los líquidos comercializados en envases de recarga para cigarrillos electrónicos, incluidos los que no contienen nicotina, tengan un volumen que no sea superior a 10 ml, favorecerá indudablemente a los productores de envases de plástico, pero no al medio ambiente ni a facilitar la vida de millones de fumadores que no quieren fumar ni tomar nicotina.
  • Prohibir que los nicotine pouches puedan contener más de 0.99 mg de nicotina por pouch, es de hecho una manera de prohibirlos de forma encubierta. En Suecia se utiliza desde hace más de 40 años el snus, que es tabaco oral en bolsitas que se colocan debajo del labio y proporcionan nicotina. Está diseñado para ayudar a las personas a dejar de fumar, no para que lo usen los no fumadores. Suecia es el primer país de Europa en donde los fumadores han disminuido hasta menos de un 5% de su población, gracias en gran medida a este producto y en los últimos años también a los cigarrillos electrónicos. Paralelamente han conseguido un descenso del 40% en la incidencia del cáncer de pulmón y de enfermedades cardiovasculares y pulmonares causadas por el humo de la combustión del tabaco, que es el verdaderamente peligroso.
  • Que estas alternativas sin humo no son para que las utilicen los jóvenes y los no fumadores es una realidad. Nunca deberían usarlas, pero el hecho de que las utilicen (como utilizan otras drogas) no puede ser la escusa o justificación para que se las demonice y se legisle en su contra, obviando los importantes beneficios que tienen. La mayoría de los jóvenes que usan los cigarrillos electrónicos (CE) ya eran, en su mayoría, previamente fumadores y lo que hacen es dejar el tabaco y utilizar esos dispositivos para disminuir el daño y no fumar. No se convierten en fumadores porque usen los CE, como está atestiguado en diferentes estudios. Incluso, en la encuesta ESTUDES se objetiva que sólo 2 de cada 10 usuarios de CE no han fumado alguna vez, y que hay un descenso en el número de jóvenes que fuman mientras aumentan los que usan los CE. Por eso, si impedimos que se utilicen las alternativas de riesgo reducido, muchos jóvenes seguirán fumando o se iniciarán en el tabaco, como han estado haciendo desde hace tantos años. Conseguir que no fumen y no utilicen los CE ni otras drogas será fruto de políticas preventivas a nivel estatal, local y familiar, destinadas a ofrecerles alternativas de ocio y de vida saludable, no de prohibir estos productos.

No se debería menospreciar que, al elevado porcentaje de fumadores que no consiguen abandonar el tabaco con los tratamientos de cesación actuales, no se les ofrece otra opción que no sea intentarlo una y otra vez. Los dispositivos de bajo riesgo son una gran alternativa para ellos, por lo que, si finalmente se aprueban estas medidas legislativas tan restrictivas, todavía tendrán menos posibilidades para abandonar el tabaco. Creo que es un error considerar que la disminución del consumo diario de tabaco en más de siete puntos con respecto a 2022, según los datos de la última encuesta EDADES, se deba exclusivamente a las políticas preventivas y de cesación realizadas, al azar, a los cambios demográficos o al debate generado por el reciente plan contra el tabaco. Esto podría justificar un pequeño descenso de la prevalencia, pero en los últimos 15 años no había disminuido el consumo, al contrario, había aumentado y, lo único que realmente ha cambiado de manera sustancial es el aumento del uso de cigarrillos electrónicos, tanto en jóvenes como en adultos, avalado por las continuas evidencias de que son realmente eficaces, por lo que es muy probable que este sea el factor determinante para que los primeros no se inicien en el consumo de tabaco y que los segundos lo sustituyan por otros dispositivos y alternativas con mucho menos riesgo.

Por otra parte, sorprende que se mantengan las ayudas al cultivo del tabaco, actualmente subvencionado con 1.060 euros por hectárea y, a la vez, se ponga tanto celo y esfuerzo para restringir el uso de los productos de reducción de daños, que, aunque no sean completamente inocuos, sí han demostrado su alta eficacia. Sobre todo, en aquellos países dónde no se les ponen trabas o en los que las autoridades sanitarias promueven su uso como recurso menos dañino que fumar. Países en los que ha disminuido significativamente el consumo de tabaco y en consecuencia las repercusiones para la salud producidas por el tabaquismo. Lo que se puede confirmar en los múltiples estudios publicados con alta consistencia científica.

El problema del tabaquismo es tan grave, que si queremos ser eficaces hay que fundamentar las acciones en el conocimiento científico, no en “creencias”, sugerencias u opiniones. No considerar las evidencias científicas e ignorar los avances que están ocurriendo en el mundo, excluyendo las alternativas para reducir daños, es un riesgo muy alto, que muy probablemente se pagará con cientos de miles de vidas.

Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia

Adicciones, cigarrillos electrónicos, Drogadicciones, Tabaco, Tabaquismo, vapeadores, vapeo

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